Días de Paz. Parte 2: Calma.
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Al despertar de una de tantas ocasiones que estuvimos juntos, el colorido logo de una lata de vodka vacía me saludaba. Siempre me ha parecido inquietante su constante presencia. Me levanté en silencio, y sentí un poco de envidia al ver unas cuantas gotas alrededor de la boquilla del recipiente. También quisiera ser asi de pequeño y besar constantemente los labios de una persona, con la urgencia de una pasión efímera. Me senté en la cama. Pensé en despertarlo para arreglarnos y salir a comer algo; pero recordé que él prefiere hacer una duermevela después de hacerlo. Así que nos arrope con las cobijas y me recoste en su espalda, en lo que encendía el televisor de ese cuarto de hotel con el sonido silenciado. Susurrando, me hizo una suerte de saludo y a los pocos minutos me empezaron a llegar los murmullos de una conversación que él sostenía con alguien en su teléfono celular. Realmente no puse atención a lo que decía, pero el tono de su voz me sumió en un raro estado de melancolía. Recor...