Días de Paz. Parte Final: Separación.
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Hacía poco nos habíamos despertado. Aún estábamos aturdidos por la salida de la noche anterior, una más de tantas que nos dejaban con una resaca monumental. Se levantó sin mediar palabra y le quitó las gotas heladas a una lata sin destapar de vodka, mientras preparaba una copa de cristal, de esas de aguardiente. Yo miraba el proceso con mucha calma, sin contrariedad. La ciudad estaba en calma. De afuera no llegaba ningún ruido a excepción del esporádico paso de algún automóvil o el ladrido lejano de un perro. Abrió la lata de vodka y colocó sobre la cama una toalla que había cerca. Con un movimiento de cabeza me indico que me recostara encima de ella. Así lo hice. Como un tigre sediento abrió la lata de vodka y dejó caer un ligero chorrito de alicorada frialdad sobre mi, lo cual me hizo estremecer. El lo noto, y me besó profundamente. En un momento alargó el brazo y tomó la copa aguardientera. La deslizó delicadamente por mi tórax y abdomen, recogiendo las pocas gotas de licor que...