Días de Paz. Parte 3: Extasis.
Él le indico al chofer nuestro destino. Nuestro destino… Ahora lo repito, una y mil veces. No sabía que al darle la dirección del lugar a ese desconocido que jamás volvería a ver realmente le estaba indicando la dirección de mi futuro. No sé qué me impulsó a salir con él esa noche, no sé por qué permití que me guiará ciegamente, ni estoy seguro de haber hecho lo correcto. Lo único que sé a ciencia cierta es que si me hubiera quedado en casa ese sábado todo hubiera sido muy distinto.
Al principio se me hizo extraño estar ahí, en un lugar tan cercano a él y tan ajeno para mí. Ya sentados en una mesa cualquiera vi reflejada en un espejo la cara de susto que yo utilizaba para las ocasiones en donde la confusión me aquejaba; por ejemplo cuando el me propuso que dejáramos los encuentros causales y empezáramos a salir. Estoy seguro que el también vio mi rostro, aunque se encargó muy bien de no decir nada al respecto.
Yo aún no me lograba acostumbrar a la música con volumen estridente ni a las violentas luces del bar. Era uno de los lugares al que él era asiduo. Tenía ganas de compartirlo conmigo, pero parecía que mi personalidad y la del lugar eran incompatibles. Junto su silla a la mía y me dio un gran abrazo, algo que él rara vez hacía en público. Eso me reconfortó, y tomamos de la misma cerveza que el mesero nos acababa de traer. Nos encontrábamos en una parte alta, cerca de un par de enormes bocinas. Desde nuestro lugar podía verse la atestada pista, las parejas se movían erráticamente, formando un mar confuso y profundo que devoraba sin contemplación a cualquiera que tuviera la osadía de dejarse llevar por la música de los parlantes. Todo inició cuando comenzó la canción de Kylie Minogue. Él sabía que me encantaba, e instintivamente nos levantamos y comenzamos el baile.
What's the worst thing that could happen to you? Take a chance tonight and try something new...
Estaba de acuerdo con Kylie.
Me llevo lejos, nos sumergimos en la corriente eléctrica de nuestros frenéticos cuerpos y morimos por sentir tanto (Don't worry 'cause tonight I got you), por sentir la música, por sentir el alcohol en el aliento y la saliva dulce de nuestras bocas que reflejaba las luces coloridas, todos bañados de neón, abandonando el cuerpo, abandonando la vida…
This is what'll happen if you ain't givin' your girl what she needs…
Yo bailaba mal. No tenía mucha experiencia, pero no importaba; no importaba porque él estaba allí para mí, me quería y yo a él. Pasaron esta y otras canciones, conforme avanzaba la velada nuestros movimientos se fueron sincronizando. La risa era indomable. Los besos abruptos y tan largos como las canciones. Las cervezas se vaciaban de un trago y el calor nos transformó en océanos de sudor, la ropa se había adherido al cuerpo, y ya no nos importaba secarnos, únicamente nos pasábamos la mano por la cara para evitar las molestas gotas en los ojos. Y fue en una de esas ocasiones, cuando un rayo, proveniente de la esfera de focos multicolores que daba ambiente al lugar, lo iluminó por un segundo, pero en ese segundo, dentro de esa luz lo vi distinto: la mano levantando los chorreantes cabellos, los ojos cerrados y la cara hacia el cielo, mostrando su poblada barba y el fuerte y musculoso cuello que sostenía su cabeza…
Se veía tan etéreo, que esa es la forma en que siempre lo recordaré: como un dios bañándose desnudo en el sol de una constelación inalcanzable. Me arrojé sobre él, lo abracé, y me respondió igual. Aferró mis manos y nos besamos. Su boca ya no era suya, era la mía, y todas las bocas que he besado y besaré. Y él era todos los hombres del mundo, y su cuerpo tenía mil formas y cada forma cabía en el cielo de mi paladar o se extendía hasta el infinito. Debajo de la ropa sentí cada poro suyo, cada vello, cada hebra de vida que lo componía. Se separó unos centímetros e incursionó en mis labios con un segundo beso, tan profundo, tan antiguo y con tanto cariño que me estremecí violentamente. Él lo notó, pagamos la cuenta y salimos rápidamente. El resto de aquella noche, en medio de nuestros jadeos entremezclados, traté de ordenar mis ideas y entender con calma qué había sucedido. Después de muchos años la única respuesta que atiné a dar fue la de una experiencia mística.
Fuente Fotográfica: Google Images.
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