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Mostrando las entradas de 2020

Dialogo con la Ansiedad

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-Te estoy hablando a tí, enfermo del tiempo. -¿A mí? ¿Y por qué me nombras así? -Has perdido tu forma, tu norte, tu esencia y te has corrompido. -¿De qué diablos estás hablando? ¿No podrías explicarte mejor? -Eres risible porque no eres ni consciente de que ya no eres tú. El camino que conduce a tu memoria se ha borrado. Es triste, pues no pude despedirme de tí. -No entiendo porque dices eso. Yo aún estoy aquí. -Estás pero no eres el mismo. Yo amé al que fuiste porque yo sigo siendo el de ayer, mientras que al que veo y con el que hablo es el de mañana. Has cambiado, has sucumbido al reloj. El futuro es tu presente, y mi amor es tu pasado. Yo te amé, es cierto, pero ya no te amo. -Estás loco. -La locura, mi carcelero maravilloso, no es sino otro síntoma de ser diferente, y yo lo soy pues por mí no pasa el tiempo. Nuestra esencia es como una estrella, que sigue brillando a pesar de haber muerto. -El tiempo pasa y todos cambiamos. ¿Por qué crees que eres diferente? -Simple y llanamente p...

Prisión

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Confusión. Esta es la primera sensación que recuerdo haber sentido cuando me desperté: una confusión intensa, penetrante, omnipresente. No sabía que me había pasado, dónde estaba, cuánto tiempo estuve fuera de mi no tan exquisita realidad. Miedo, lo primero que sentí después de aquella desorientación (presente aún a flor de piel). Miedo por no saber que me pasaría, a estar solo el resto de la existencia; a morir olvidado en algún lugar profano sin ningún tipo de iluminación. Hice un intento de exclamación, de dar algún sentido de orden, pero fue en vano; lo único que sentí fue la reverberación de mi voz, estallando en mi cabeza como una bala perforando mi cráneo. Me levanté, aunque sin perder de mis sentidos la venenosa ilusión desorientadora. Quería gritar, lo deseaba, lo necesitaba. Fue entonces, que me di cuenta de una angustia ligera, muy dentro de mí, que amenazaba con oprimirme del todo en su florecimiento. Esa obsesión empezaba a afectarme y, desesperadamente, busque la tranquil...

Días de Paz. Parte Final: Separación.

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Hacía poco nos habíamos despertado. Aún estábamos aturdidos por la salida de la noche anterior, una más de tantas que nos dejaban con una resaca monumental. Se levantó sin mediar palabra y le quitó las gotas heladas a una lata sin destapar de vodka, mientras preparaba una copa de cristal, de esas de aguardiente. Yo miraba el proceso con mucha calma, sin contrariedad. La ciudad estaba en calma. De afuera no llegaba ningún ruido a excepción del esporádico paso de algún automóvil o el ladrido lejano de un perro.  Abrió la lata de vodka y colocó sobre la cama una toalla que había cerca. Con un movimiento de cabeza me indico que me recostara encima de ella. Así lo hice. Como un tigre sediento abrió la lata de vodka y dejó caer un ligero chorrito de alicorada frialdad sobre mi, lo cual me hizo estremecer. El lo noto, y me besó profundamente. En un momento alargó el brazo y tomó la copa aguardientera. La deslizó delicadamente por mi tórax y abdomen, recogiendo las pocas gotas de licor que...

Días de Paz. Parte 3: Extasis.

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Él le indico al chofer nuestro destino. Nuestro destino… Ahora lo repito, una y mil veces. No sabía que al darle la dirección del lugar a ese desconocido que jamás volvería a ver realmente le estaba indicando la dirección de mi futuro. No sé qué me impulsó a salir con él esa noche, no sé por qué permití que me guiará ciegamente, ni estoy seguro de haber hecho lo correcto. Lo único que sé a ciencia cierta es que si me hubiera quedado en casa ese sábado todo hubiera sido muy distinto. Al principio se me hizo extraño estar ahí, en un lugar tan cercano a él y tan ajeno para mí. Ya sentados en una mesa cualquiera vi reflejada en un espejo la cara de susto que yo utilizaba para las ocasiones en donde la confusión me aquejaba; por ejemplo cuando el me propuso que dejáramos los encuentros causales y empezáramos a salir. Estoy seguro que el también vio mi rostro, aunque se encargó muy bien de no decir nada al respecto. Yo aún no me lograba acostumbrar a la música con volumen estridente ni a las...

Días de Paz. Parte 2: Calma.

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Al despertar de una de tantas ocasiones que estuvimos juntos, el colorido logo de una lata de vodka vacía me saludaba. Siempre me ha parecido inquietante su constante presencia. Me levanté en silencio, y sentí un poco de envidia al ver unas cuantas gotas alrededor de la boquilla del recipiente. También quisiera ser asi de pequeño y besar constantemente los labios de una persona, con la urgencia de una pasión efímera. Me senté en la cama. Pensé en despertarlo para arreglarnos y salir a comer algo; pero recordé que él prefiere hacer una duermevela después de hacerlo. Así que nos arrope con las cobijas y me recoste en su espalda, en lo que encendía el televisor de ese cuarto de hotel con el sonido silenciado. Susurrando, me hizo una suerte de saludo y a los pocos minutos me empezaron a llegar los murmullos de una conversación que él sostenía con alguien en su teléfono celular. Realmente no puse atención a lo que decía, pero el tono de su voz me sumió en un raro estado de melancolía. Recor...

Días de Paz. Parte 1: Tregua.

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Todo comenzó un sábado por la tarde. Regresaba con un cigarrillo encendido de mentolada humareda en una mano, y una sudorosa cerveza en la otra. Lo busqué en la acera enfrente al supermercado para entregarle su alicorado brebaje, pero entre todo la gente que estaba en el lugar él brillaba por su ausencia. Sacudí con enojo la ceniza y parte de la punta se desprendió y cayó en mi pecho, agujereando ligeramente la chaqueta negra que usaba para las salidas. Entre jolgorios y risas la gente a mi alrededor bromeaba, y él había desaparecido. Mire rápido por los alrededores y lo busque por los locales callejeros cercanos que vendían toda clase de basura y productos de dudosa calidad. Cuando la mano que sostenía la cerveza helada me ardía a causa del entumecimiento lo encontré frente a un puesto de pizza, que estaba llenando el ambiente con el inconfundible olor del queso quemado. Con furia me acerqué con el odio desenvainado, listo para reclamar el abandono de su… fuera lo que consideraba que ...

Mi Compañia Liberada.

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Me desperté sobresaltado, con sudor frío y ese gusto a veneno en la boca. Este tipo de sensación era algo recurrente, dormir tranquilo se había convertido en un mito lejano y añorado. Apenas se me quito el sopor del sueño y abrí los ojos, la vi parada allí, como siempre estaba: mirándome llena de pena y tristeza. Dirigí la vista hacia la ventana detrás de ella y vi que era otro día gris, con llantos del cielo que arrojaban un paisaje lúgubre sobre la ciudad. De forma impulsiva, desesperada y asqueada de seguir en esa rutina tortuosa, la miré y le grité: -¡Vete de aquí! No quiero que estés más cerca de mi.- Solo se quedo en silencio, como siempre hacía. Me dedicó una mirada llena de pena y de lástima. Esa mirada me hizo reflexionar, y más calmado añadí: -Lo siento. Sé que tú tampoco quieres estar aquí conmigo.- Ese día, por alguna extraña razón, estaba fastidiado. Sentía de verdad que no podía soportar más la situación. La desesperación, la ansiedad, esa angustia que me oprimía el pecho...

Añoranza

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Sopla el viento en mi camino. Miro hacia atrás para ver quien toca la puerta. No hay mucho más que la ausencia en mi vida. “No hay nadie en realidad…”, y quienes tocaron se cansan y se van. No puedo devolverme en el tiempo. “No hay nada, no hay nadie”. No puedo mirar hacia atrás. No puedo regresar a la melancolía. Mi mente en blanco borrada por el amor. ¿Quién soy? ¿Un producto de mi propia imaginación? ¿Qué soy? ¿Algo que es el resultado de mis deseos? ¿Dónde estoy ahora? ¿A dónde se fue mi pasado? ¿Por qué lo extraño de cierta manera? No existe la quietud. Hay mucho ruido en todas las formas y colores. Es como si en un abrir y cerrar de ojos, dejará de ver lo gris de la lluvia y que el asfalto es sólo asfalto. No, ya no es así. Todo vuelve a mí en cierto caos misterioso. Todo vuelve, como el pasado más lejano. Aquel principio donde todos éramos felices, sin preguntar por qué. Fuente   fotográfica: Deviant Art

Rencor

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Amor. ¿Cuántas veces me he enfrentado a ti? ¿Cuántas veces he de tropezar con tus desvaríos? Miles de veces me he enfrentado a ti y otras tantas más me he de tropezar. Si pudiera, borraría de mi memoria a mis amantes. Así, no me harían daño los recuerdos, los aromas, los besos, las palabras no dichas y los momentos no vividos.  Que gran maldición eres amor, qué gran dolor causas. ¿Eres feliz? ¿Es acaso tu propósito hacernos infelices? Hoy puedo tenerte pero mañana perderte. Hoy puedo decir las palabras más hermosas y sublimes que mañana ya no tendrán sentido. Esa es la razón que me hace odiar el amanecer, porque sé que llegará el ocaso. Tal vez por eso hay quienes no quieren vivir, pues no le encuentran sentido. ¿Y todas las cosas bellas que tiene la vida? Sus propósitos, sus sentimientos, su todo y a la vez nada, todo ello sin ti no sería válido ¿Por qué eres el sentimiento más importante?  Infinidad de poetas, autores, escritores y demás se movieron por ti y hoy quisieran mo...

¿Quien Soy?

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¡Solo soy quien soy! Quien siempre debería ser. Soy más de lo que puedo decir que soy. Soy la mentira que el mundo quiere olvidar. Soy solo letras, solo palabras. Soy pocos vocablos con drásticos efectos. Soy la retórica imperfecta. Soy el sarcasmo de lo que está mal. Soy el verbo incierto y el sujeto mal hecho. Soy el predicado por predicar y el adjetivo sin motivo. Soy lo que el mundo elige que sea con él. Soy esclavo, plebeyo, burgués, a veces rey. Soy Sodoma y Gomorra en renovación. Soy la torre de babel con final feliz. Soy ángel de la nación de la obsesión. Soy templo de culpas ya pagadas. Soy falencia de pecados concebidos o sin concebir. Soy solo conciencia del bien y del mal. A veces soy lobo con piel de cordero. A veces soy solo mansa paloma. Soy quien alguna vez fue alguien. Soy quien alguna vez sintió algo. Soy camino de espinas con final de paraíso. Soy el amante de amor de amores. Soy el final de todos los sentimientos. Soy el suelo del vació total. Soy bálsamo, esencia d...

Gris

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Miro los rostros en blanco de aquellos espejismos: Las miradas se han marchitado, las expresiones dejaron de ser cálidas, no hay indicio de la chispa que me hace temblar.  ¿Quién vendrá después de aquel sueño? ¿Quién expiaría mi culpa? No hay temor a nada ahora. No, ¡claro que no! Después de haber rechazado su sonrisa, nada logra hacer mella en mi ser. Voces necias buscan confundir con enojosas interrogantes: “¿Estás feliz en el aislamiento ahora?”, “¿Por qué te sumerges en el flagelo de tus errores?”, “Una y otra vez te preguntas el por qué, ¿acaso jamás encontrarás la respuesta?” No importa cuánto tiempo gaste en vocablos vacíos, o en esos que sólo distraen: la respuesta desespera por su mediocre igualdad. Aquellas palabras que tienen sentido, las más sencillas, son las únicas que tienen la lógica de aquello tan simple y tan complejo al mismo tiempo. Liebe en alemán, agápē en griego, love en ingles, amor en español… No importa el idioma en que esté, o su definición en el dicciona...

Voces del Silencio

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Es común que lo relacionado con lo denominado paranormal sea examinado con una lupa de escepticismo bastante severa, gracias a que existe una noción de charlatanería en cuanto al tema, y casi siempre los relatos son relegados a un objeto de morbo secreto generalizado, existente para alimentar una adicción a la adrenalina que queda después del susto que puedan generar. Yo soy alguien que prefiere evitar ese tema, no porque no crea en ello, sino todo lo contrario. A lo largo de mi vida me han acontecido varias de esas situaciones inexplicables que, en mayor o menor medida, me han hecho pasar un mal rato. Algunos tal vez me creerán, otros dirán que es la fantasía propia del relato escrito, pero para mi todo ha sido una no muy agradable realidad. Es posible que yo tenga una ligera afinidad para atraer y/o para percibir con mis sentidos este tipo de acontecimientos, y supongo que desde temprana edad, como mencionare a continuación. Mis padres y hermanos me cuentan que cuando yo tenía dos añ...

Dudas en la oscuridad

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No era una sensación de incertidumbre, sino más bien de debilidad. Ya no lograba soportar esa incesante tortura, ese amargo pero cálido abrazo hacia la madurez. Siempre se le enseñó a ser pulcra, puritana. Aprendió todos los modales, todas las formas de conducta social, a ser una perfecta dama. Sin embargo, siempre sintió en lo más hondo de su ser que algo estaba mal, que no estaba completa. Por eso se esforzó siempre al máximo… pero, ¿para quién? Siguió corriendo, desorientada y perdida. Ya había recorrido todos sus lugares de ensueño, parajes secretos donde podía estar sola y, sobre todo, libre. Pero ya ninguno significaba más que asco y repulsión, un recuerdo del pasado que sólo la hacía sentir culpable y miserable. Por eso siguió corriendo en la oscuridad de esa noche sin luna, buscando una respuesta que tal vez nunca tuvo pregunta. Era el orgullo de su familia. Modales perfectos, atleta consumada, una dama pulcra. Siempre una dama. Sin embargo, nunca fue suficiente. Al menos no pa...